Pon todo lo que eres, en lo mínimo que hagas…
Fue el primer deporte que conocí cuando aún era una niña; un azul de piscina no climatizada, en el frío invierno de mi cálida isla.
Reconozco que jamás volví a participar en ninguna prueba de natación, ni seguí vinculada a ningún club que me animara a mantener la disciplina de los largos.
A la vuelta de medio siglo – casualmente – vuelvo a sus aguas. Unas aguas en las que entrenas a solas, te esfuerzas hasta donde tú misma te marques los límites, y descubres la oportunidad de curiosear sobre los miles de pensamientos que te acompañan en cada brazada.
Y es ahora, en la madurez, cuando reconoces en este deporte la ocasión de disfrutar de momentos de introspección, de conocerte, de encontrarte contigo misma, y de tener la calma suficiente para que aparezcan soluciones a cuestiones que bajo estas aguas se vuelven simples…
Teresa Sanlés © 2020